No es ningún secreto que la piel cambia con la edad; y al cumplir 40, las arrugas son la principal preocupación.
Tanto si notas una pérdida de elasticidad o volumen, unas líneas de expresión aquí y allá, o surcos marcados donde antes solo había unas líneas finas, estos cambios pueden ser un poco estresantes cuando intentas adaptarte a una nueva década.
Pero, ¿cuáles son los signos de envejecimiento «normales» a partir de los 40? ¿Qué tipos de arrugas son las que podemos esperar? ¿Y cómo podemos minimizar su apariencia lo máximo posible? ¡Vamos a averiguarlo!
¿Qué arrugas podemos esperar a los 40?
A los 20 tu piel era casi perfecta; quizás tu principal preocupación era tratar algún que otro granito, o lidiar con un tono apagado ¡bendita juventud!
A los 30 años es cuando comienzas a notar algunos signos tempranos de envejecimiento, así como los primeros efectos del daño solar que muy probablemente se produjeron en la adolescencia o a los 20 años.
Empiezas a ver líneas finas, pérdida de volumen en las mejillas (lo que puede hacer que los cambios bajo los ojos parezcan más prominentes) y una pigmentación más intensa por el daño solar.
El sistema de reparación de la piel se ralentiza, lo que significa que tu cutis puede parecer más apagado, y la disminución de la producción de colágeno se materializa en una disminución de la firmeza, por lo que comienzan a aparecer algunas arrugas tempranas y una tez más delgada en general (especialmente en las ojeras, donde podemos empezar a ver los vasos sanguíneos debajo y luego decoloración).
Según los expertos, es a partir de los 40 cuando se empiezan a apreciar cambios importantes en la firmeza de la piel.
Se produce una pérdida de volumen y elasticidad (que hace que la piel parezca flácida), así como arrugas más marcadas, sobre todo en la frente, el entrecejo y en la zona nasolabial; y daños solares, que pueden dar lugar a afecciones como el melasma.
También se empiezan a marcar las patas de gallo, las líneas de marioneta, la papada, así como las arrugas del cuello y del escote debido a una pérdida de colágeno.
Después de la menopausia, nuestro cuerpo pasa por un cambio hormonal con menores niveles de estrógenos y una mayor cantidad de andrógenos, y esto puede afectar a la piel. El tejido se vuelve más fino y menos elástico.
A medida que envejecemos, se produce una reabsorción ósea que se manifiesta en forma de pérdida de volumen, sobre todo en la parte central del rostro.
La sequedad es otra de las principales preocupaciones, y es posible que el acné que no se veía desde la adolescencia empiece a resurgir debido a estas fluctuaciones hormonales.
El exceso de pigmentación y los signos del daño solar (es decir, las manchas marrones y el fotoenvejecimiento) también se vuelven más prominentes.
A partir de los 50, los cambios hormonales serán aún mayores, al igual que los cambios generales de la piel, que se deben principalmente a la genética.
Con esta perspectiva, puede parecer que solo hay dos opciones a la vista: Aceptar que las arrugas forman parte de la vida o lamentar todos esos días de juventud e ingenuidad pasados al sol.
Pero existe una tercera opción: una rutina específica de cuidado de la piel para minimizar todos esos signos de envejecimiento.
Cómo minimizar las arrugas a partir de los 40
Los cosméticos que te iban genial a los 30 años pueden perder su eficacia incluso unos pocos años después, así que tienes que ajustar regularmente tu rutina facial en base a las necesidades actuales de tu piel. Puedes empezar por aquí:
Adapta tu régimen de cuidado de la piel
Los mejores ingredientes tópicos para esta edad tienen como objetivo reparar los daños en el ADN, aumentar la producción de colágeno, difuminar la pigmentación no deseada y engrosar la piel.
Dado que la piel experimenta tantos cambios a los 40 años, puede ser necesario incorporar dos tipos diferentes de limpiadores (un limpiador exfoliante suave y un limpiador tipo gel o loción) para satisfacer las necesidades de renovación celular e hidratación de la dermis.
Para conseguir una mayor retención de la hidratación, también es recomendable incorporar ácido hialurónico a la rutina (puede utilizarse tanto de día como de noche), así como una crema de noche rica que contenga glicerina, ceramidas o lípidos grasos (como colesterol) para ayudar a estimular la reparación de la barrera cutánea.
Además de una rutina básica de limpieza, hidratación y protección solar, el siguiente paso lógico es añadir un retinol tópico (o una alternativa como el bakuchiol o un serums a base de péptidos) para ayudar con las líneas de expresión y la firmeza cutánea.
El retinol ayudan a aumentar la síntesis de colágeno, lo que mejora la elasticidad de la piel y disminuye las líneas de expresión. Incluso lo puedes utilizar en el contorno de ojos, como te explicamos aquí.
Pero hay que tener cuidado al introducirlo, ya que puede ser irritante para algunos cutis. Puedes probar el skin cycling para incluirlo en tu rutina de noche.
Las mejores cremas antiarrugas te será de ayuda, y en concreto las específicas a los 40 como éstas de aquí.
No podemos dejar de insistir en la importancia de añadir antioxidantes a la rutina facial, y si es a los 30 años mucho mejor.
Los antioxidantes ayudan a reparar algunos de los daños causados por el sol con el paso de los años, iluminan la piel apagada y ayudan a preservar en buenas condiciones el colágeno. ¡Utilízalos por la mañana debajo del protector solar!
El antioxidante más común que encontrarás en el mundo de la belleza es la vitamina C, pero hay otras opciones y fórmulas estupendas que mezclan muchos antioxidantes.
Tip: Busca productos de origen natural o productos con frutas y/o verduras al principio de la lista de ingredientes, ya que esos alimentos tienden a contener de forma natural altas concentraciones de antioxidantes. O echa un vistazo a los mejores serums con vitamina C.
Y, por supuesto, utilizar un protector solar que sea de amplio espectro y que contenga un SPF de al menos 30 es clave cada día. No olvides el cuello, el pecho y el dorso de las manos.
Invierte en los mejores tratamientos
Si buscas tratamientos medico-estéticos que te ayuden a reducir los signos del envejecimiento y las arrugas más marcadas en particular, el Botox te ayudarán a alisar las patas de gallo y las arrugas de la frente.
Además, el uso juicioso de rellenos como Restylane puede ayudar a restaurar la pérdida de tejido y suavizar los pliegues que han surgido con el envejecimiento.
También es recomendable cualquier tratamiento que estimule la renovación celular, como los peelings químicos (que tratan el melasma, las líneas finas, los daños solares y el tono o la textura irregulares); el microneedling (que consiste en realizar pequeñas punciones en la superficie de la piel para estimular el crecimiento de nuevo colágeno) o la radiofrecuencia, que incorpora calor a través de (lo has adivinado) dispositivos de radiofrecuencia para ayudar a inducir la producción de nuevo colágeno y elastina en las capas más profundas de la piel.
El mejor abordaje es tratar la piel «desde abajo hacia arriba», es decir, desde la capa más inferior (dermis) hasta la superior (epidermis).
Aunque el cuidado cosmético de la piel es estupendo para mantener su salud y aspecto general, si quieres luchar activamente contra los signos del envejecimiento, hay que empezar a incorporar tratamientos con láser que penetren bajo la superficie de la piel.
Los médicos tratan a muchos pacientes de 40 años con terapia láser, como IPL (luz pulsada intensa) o fotofaciales, que pueden ayudar a eliminar la decoloración, minimizar la opacidad, alisar la textura y disminuir las venitas rojas de la cara, que también son signos que envejecen.
Aunque es posible que empieces a invertir en más tratamientos estéticos, los dermatólogos afirman que las personas que tienen más éxito son las que combinan los tratamientos en consulta con sus conocimientos sobre el cuidado de la piel.
Es decir, hacen ajustes en su estilo de vida para ayudar a respaldar los resultados de los tratamientos.
Una recomendación: no te obsesiones, celebra los rasgos y las arrugas en lugar de intentar parecerte a alguien de 20 años, o a alguien totalmente distinto.
Cambia tu estilo de vida
Factores del ambiente como el sol, y del estilo de vida como el tabaco, una dieta poco saludable, la falta de sueño, el sedentarismo y el estrés tienen una enorme influencia en la calidad de las fibras de colágeno y elastina, contribuyendo así a la formación prematura de líneas y arrugas.
Si has fumado en años anteriores, es probable que en esta etapa observes una aceleración del envejecimiento con especial énfasis en el código de barras; y si sigues fumando, es el momento perfecto para dejarlo.
Al dejar de fumar fomentas el flujo sanguíneo a la periferia de la piel, aumentando el oxígeno y los nutrientes que llegan a las células.
Lo mismo es pertinente si tienes una dieta desequilibrada y poco saludable llena de comida procesada, azúcar y grasas saturadas.
Reduce el estrés en tu vida todo lo que puedas y céntrate en el bienestar mental, la buena alimentación y el ejercicio, que liberan endorfinas, las hormonas de la felicidad. El estrés siempre se subestima cuando pensamos en el envejecimiento, pero puede desempeñar un papel muy importante en el envejecimiento prematuro.
También puedes probar el yoga facial, aquí te explicamos cómo comenzar.
Nunca es tarde para adoptar unos hábitos de vida saludables y comenzar a cuidarte, tanto por dentro, como por fuera.
No olvides que el grado de envejecimiento depende en gran medida de la genética, el estilo de vida y el tipo de tratamiento antiedad que hayas realizado entre los 20 y los 30 años. Así que si todavía no has cumplido los cuarenta, te animamos a que pongas todo de tu parte para que estos cambios sean menos visibles.
Conclusión
No sientas que tienes pocas opciones a la hora de luchar contra las arrugas a los 40 años. Creando una rutina de cuidado de la piel para este periodo de tiempo, los cambios que notes pueden disminuir con el paso de los días.
Hacer tratamientos pequeños pero constantes en esta década te prepara para una piel de aspecto mucho más natural y minimiza la necesidad de procedimientos más invasivos y ‘obvios’ en los 50 y 60.